Toca cambio de hora: qué hábitos ajustar para sí ahorrar energía con el horario de invierno
La madrugada del domingo 26 de octubre toca cambiar los relojes y volveremos al horario de invierno. Tras la propuesta del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, de acabar definitivamente con esto, se ha vuelto a abrir el debate sobre su verdadera utilidad.

El cambio de hora está regulado por la Unión Europea y se aplica durante la madrugada del último domingo de octubre y el último de marzo. Su objetivo original era aprovechar mejor la luz natural y reducir el consumo energético.
Sin embargo, como explica el subdirector de Selectra y experto energético, Borja Osta, "el argumento del ahorro con el cambio de horario ya está superado".
Según detalla, este debate "tiene menos protagonismo que cuando no existían las bombillas de bajo consumo y LED", puesto que hoy en día el consumo energético en los hogares responde más a otros factores, como la calefacción o el uso de electrodomésticos.
Como añade, adelantar el anochecer "no beneficia al comercio ni al ocio. Anochecer antes no favorece a las tiendas o centros comerciales; es contraproducente para el comercio. A las ocho de la mañana no se fomenta el ocio, mientras que más horas de luz por la tarde sí incentivan el consumo, el turismo y las actividades sociales".
Además, con la llegada del frío y las tardes más cortas, los picos de consumo eléctrico "se concentran antes, justo cuando el precio de la electricidad tiende a ser más alto". De este modo, recuerda que "el ahorro depende cada vez más de ajustar hábitos y revisar la tarifa antes del invierno".
En la práctica, según indica, el cambio de hora tiene hoy un impacto casi nulo en la iluminación, pero sí altera la forma en que se reparte el consumo durante el día. Para quienes tienen tarifas PVPC o tarifas indexadas, las horas más caras de la electricidad suelen concentrarse alrededor de las 18:00 y las 22:00, justo cuando más aparatos se encienden en casa.
"Si se mantuviera el horario de verano, a esa hora todavía habría cierta inercia térmica del sol: la temperatura no habría caído tanto y la necesidad de calefacción sería menor. En cambio, con el horario de invierno, el frío se nota antes y el gasto energético se adelanta", expone el experto energético. Por eso, el verdadero ahorro ya no está en cambiar los relojes, sino en ajustar los hábitos de consumo y en revisar qué tarifa conviene más a cada hogar antes de que empiece el invierno.
Por su parte, el portavoz de Energía de kelisto.es, Javier Martínez, afirma que "el cambio de hora tiene un impacto mínimo en términos de ahorro energético. Ya cuando se introdujo esta medida, el ahorro estimado era escaso (de entre el 0,5% y el 4%), pero, a día de hoy, la evidencia muestra que no surte efecto debido, sobre todo, a la masiva adopción de la tecnología de iluminación LED, con un gasto mucho menor".
Apunta que, si se adopta el horario de invierno para siempre, hará falta más iluminación artificial en las horas finales del día durante el periodo estival. Y si se adopta el horario de verano para siempre, habrá más necesidades de luz por las mañanas, sobre todo en regiones como Galicia (en las que amanece más tarde).
"La iluminación ha dejado de ser un factor tan importante en términos de ahorro, y en un contexto de cambio climático la climatización gana peso a la hora de calcular el gasto. Con el horario de invierno permanente, en verano atardece antes, lo que puede refrescar de manera natural las viviendas durante unas horas adicionales; además, la luz natural durante las mañanas permite reducir (ligeramente) las necesidades de calefacción en los meses más fríos", dice.
Por lo tanto, teniendo en cuenta el peso creciente que gana la climatización con respecto a la iluminación a la hora de discernir el ahorro energético, "nos inclinamos a pensar que el horario de invierno es mejor en términos de eficiencia y gasto".




