¿Cuál es el título de inteligencia artificial con mejor perfil para los próximos diez años?
No es Nvidia, ni Microsoft, ni la última 'start-up de moda. Cuando Jennifer Saibil, analista de The Motley Fool, se pregunta cuál es una de las mejores acciones de IA para mantener durante los próximos diez años, mira hacia otro lado del escenario: las fábricas de chips. Y ahí solo hay un auténtico coloso, Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC).

“Si la IA es el nuevo petróleo, TSMC es la refinería imprescindible”, resume la experta, que ve en el fabricante taiwanés una forma más estable de jugar el boom de la inteligencia artificial.
LA IA NECESITA FÁBRICAS, NO SOLO ESTRELLAS
El mercado tiende a fijarse en las marcas que conoce el gran público: Nvidia, Apple, Alphabet… pero todas ellas tienen un punto en común. Detrás de sus chips más avanzados está TSMC, el mayor fabricante de semiconductores por contrato del mundo.
Saibil recuerda que la compañía se ha convertido en socio crítico de los diseñadores de chips de IA. No compite con ellos: les fabrica. Eso le permite capturar el crecimiento del sector sin depender de que un solo producto sea un éxito o un fracaso.
“TSMC es la espina dorsal de casi todo lo que se está construyendo en IA”, señala la analista. Su papel va desde los procesadores de entrenamiento para grandes centros de datos hasta los chips de bajo consumo que empiezan a integrarse en dispositivos de consumo.
MUCHO MÁS QUE IA: UN NEGOCIO DIVERSIFICADO
El argumento de Saibil no se limita a la moda del momento. La experta subraya que TSMC también fabrica chips para todo tipo de aplicaciones 'no IA': smartphones, ordenadores, coches conectados o dispositivos industriales.
Esa diversificación es clave. “No estás apostando solo por una narrativa de moda, sino por el hecho de que cada vez más cosas del mundo físico funcionan con semiconductores avanzados”, explica. La IA es un motor de crecimiento adicional que se suma a tendencias ya estructurales, como la digitalización, el 5G o el coche eléctrico.
A diferencia de muchos nombres emergentes, TSMC llega a esta ola con escala, márgenes sólidos y una posición competitiva que Saibil describe como "envidiable". Su liderazgo en nodos de fabricación de vanguardia y la enorme inversión en capacidad hacen muy difícil que nuevos rivales le arrebaten el trono a corto plazo.
VALORACIÓN RAZONABLE PARA UN LÍDER ESTRUCTURAL
La tesis de la estratega se apoya también en la valoración. Tras los vaivenes del mercado de 2024 y 2025, TSMC no cotiza como una 'burbuja de IA', sino con múltiplos que, en su opinión, siguen siendo razonables para un negocio con fuerte visibilidad a largo plazo.
Saibil insiste en que la clave es el horizonte temporal. La demanda de chips de IA puede ser volátil de un trimestre a otro, y el sector de semiconductores es famoso por sus ciclos. Pero, mirando diez años hacia delante, espera que la compañía siga beneficiándose de un mundo que necesitará más potencia de cálculo, más conectividad y más eficiencia energética.
“TSMC no es una apuesta táctica para el próximo trimestre, es una pieza de núcleo para una cartera que quiera participar en la IA durante la próxima década”, apunta.
RIESGOS QUE NO SE PUEDEN IGNORAR
Por supuesto, no todo es color de rosa. Saibil recuerda dos grandes focos de riesgo. El primero es geopolítico: la mayor parte de la capacidad de TSMC está en Taiwán, en plena tensión con China. El segundo, el propio carácter cíclico del sector, que puede traducirse en periodos de exceso de oferta y presión sobre márgenes.
La analista no los minimiza, pero considera que la recompensa compensa el riesgo. En su visión, la escala de la compañía, su importancia estratégica para clientes y gobiernos y su avance en plantas fuera de la isla actúan como contrapesos.
UN BILLETE DE LARGO RECORRIDO A LA ERA DE LA IA
Para los inversores que buscan exposición a la inteligencia artificial sin apostar por el próximo ganador del software, el mensaje es claro. TSMC ofrece una forma indirecta, pero poderosa, de participar en esa revolución: fabrica los “picos y palas” que todos necesitan.
Saibil concluye que TSMC es una de las pocas acciones de IA que hoy se pueden comprar y guardar en el cajón con horizonte de diez años. No promete fuegos artificiales cada trimestre, pero sí la posibilidad de acompañar, desde la base de la cadena de valor, uno de los mayores cambios tecnológicos de nuestra era.
En un mercado lleno de promesas ruidosas, su tesis es sencilla: cuando todo depende de los chips, tener al mayor fabricante del planeta en cartera puede ser la forma más sensata de invertir en el futuro de la inteligencia artificial.



