El idilio de Wall Street con el bitcoin lo lleva a máximos y mete prisa a los bancos centrales
El bitcoin se ha catapultado a un nuevo máximo cerca de 51.000 dólares al calor de un repentino interés de las grandes empresas de Wall Street por los activos digitales, algo que incrementa la presión sobre los mayores bancos centrales del mundo para que avancen en sus planes de emitir dinero digital y se defiendan de las amenazas del sector privado al dinero tradicional. El mercado de los activos criptográficos ha pasado de ser contemplado con recelo a convertirse en la ‘niña bonita de grandes inversores, corporaciones e incluso ciudades, por lo que los analistas esperan que los supervisores monetarios del mundo muevan ficha.
La potencia inversora de 150.000 millones de dólares de Morgan Stanley apunta al bitcoin. JPMorgan vigila la demanda sobre la criptodivisa para sopesar cuándo ”tendrá que participar". Estas dos noticias se añaden al goteo de informaciones de la última semana sobre movimientos de los gigantes del parqué de Nueva York en la creación de Satoshi Nakamoto que tiene consecuencias en los mercados y en los planes de las instituciones económicas.
Con los pagos en efectivo en vías de desaparición -en Europa suponen poco más del 30% de las transacciones-, los expertos creen que es cuestión de tiempo que el dinero físico se extinga completamente y su lugar lo ocupen las monedas digitales. Ante este panorama, la mayoría de reguladores monetarios ya se ha puesto manos a la obra y un 70% está trabajando en algún tipo de divisa digital, ya que “no van a permitir que terceras partes no personificadas o una entidad privada pongan en jaque su supremacía”, indica Philippe Gelis, CEO de Kantox.
De ser así, se podría debilitar el control de los emisores del dinero sobre la oferta monetaria, una de las principales vías para dirigir las economías. Y la amenaza se ha hecho más real en medio de la creciente aceptación de las monedas digitales por parte de la población. Por ejemplo, BNY Mellon y Mastercard anunciaron la semana pasada que ofrecerían apoyo a los activos digitales, mientras que la ciudad de Miami está tratando de permitir el uso del bitcoin para pagar a los trabajadores y para el pago de tasas e impuestos.
Ante estos hechos, entre las autoridades crece el temor a perder el control del sistema mundial de pagos en favor de las criptomonedas, que no suelen estar controladas por ningún organismo central, o de entidades privadas, como en el caso de Diem, la moneda de Facebook que ha de sustituir a Libra. Pero los expertos coinciden en subrayar la volatilidad inherente de los criptoactivos, su falta de regulación en muchas jurisdicciones, como en Europa, o los problemas alrededor de su seguridad como obstáculos que, en cambio, no tendría una moneda digital de un banco central.
“Las 'criptos' no serán nunca medios de pago relevantes, acabarán plegadas a los bancos centrales en esta competencia que han empezado con ellos”, asegura Gelis. “Si crecen demasiado, no van a permitir que desafíen su soberanía”, insiste, por lo que cree que “o se adaptan y siguen las reglas o acabarán desmanteladas”.
LA CARRERA POR LAS DIVISAS DIGITALES DE LOS BANCOS CENTRALES
Sin ir más lejos, China, el país que lidera la carrera por el dinero digital prohibió el bitcoin y ya ha lanzado la tercer prueba piloto de su yuan digital, sin obviar que los bancos comerciales estatales chinos ya están probando una aplicación de monedero digital. El Banco Popular de China quiere convertirse en el primer gran banco central en emitir este tipo de dinero, como parte de su impulso para internacionalizar el renminbi y reducir la dependencia del sistema de pagos dominado por el dólar.
Los bancos centrales del G-7 no se mantienen ajenos al movimiento en el gigante asiático y establecieron en octubre cómo podría funcionar una moneda digital, aunque los avances en este terreno han sido lentos. El Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Inglaterra han iniciado consultas y la presidenta del BCE, Christine Lagarde, dijo el mes pasado que cualquier euro digital tardaría años. El Banco de Japón y la Reserva Federal de EEUU se han mantenido al margen.
El Riksbank de Suecia ha comenzado a probar una corona electrónica, mientras que el Banco de Canadá también ha acelerado los trabajos sobre su moneda digital. Los países más pequeños también están avanzando: Las Bahamas se convirtieron el año pasado en el primer estado en implantar una moneda digital fiduciaria en todo el país.
El camino está marcado y parece imparable pese a que todavía quedan muchos asuntos por solventar, como qué coto poner a los depósitos de los minoristas para no perjudicar a los bancos comerciales, privándoles de una fuente de financiación barata y estable. El BCE, por ejemplo, explora imponer un límite de 3.000 euros a estas operaciones, con intereses también más bajos que en las entidades financieras.
Entretanto, los expertos esperan que más empresas suban al carro de las criptodivisas, aunque no ven que ninguna de estas iniciativas refuerce el papel del bitcoin o las altcoins como un medio de pago. “Esto no impide que las monedas digitales sean un almacén de valor para mantener inversiones líquidas”, rubrica Gelis.