Alerta a las aerolíneas: las tasas verdes tocan el bolsillo y frenarán la demanda
La lucha contra el cambio climático tiene otra batalla en los cielos europeos. Las emisiones de CO2 de los aviones están en el punto de mira y cada vez son más voces en la Unión Europea las que piden un impuesto específico para que las aerolíneas reduzcan sus emisiones. Sin valorar su utilidad, los analistas ya abordan este tema como una nueva incertidumbre para el sector ya que se acabarán traspasando al precio de los billetes y podría afectar a la demanda.
“La presión política para que se produzca un incremento de la fiscalidad del transporte aéreo está aumentando en toda Europa. La Comisión Europea está estudiando la forma de gravar el combustible del sector aéreo, actualmente libre de impuestos”, recoge un informe sobre el sector elaborado por HSBC en el que consideran que este tipo de impuestos son “inevitables” dada la creciente concienciación sobre el cambio climático.
En los últimos meses los gobiernos de distintos miembros de la Unión Europea, como Países Bajos, Bélgica, Francia o Alemania, han reavivado el debate de los impuestos a la aviación y la introducción de una norma para todo el bloque. Desde Bruselas, la comisaria de Transporte Violeta Bulc ha lanzado ya un mensaje claro a las aerolíneas: “En el futuro, espero que la industria de la aviación busque un crecimiento ligado directamente con la sostenibilidad”.
Desde IATA, patronal del sector aéreo, piden a los gobiernos que implementen el Plan de reducción y compensación de carbono para la aviación internacional, CORSIA, por su sigla en inglés. Este plan, acordado a través de la Organización de Aviación Civil Internacional que agrupa a 193 países, es el primer instrumento para fijar el precio del carbono para un sector industrial y limitará las emisiones netas de CO2 a niveles de 2020. Desde la patronal piden que sea CORSIA el único mecanismo con el que se busque mitigar el cambio climático y se evite “implementar medidas superpuestas o duplicadas como los impuestos unilaterales al carbono”.
Respecto a la postura del sector privado, los analistas de HSBC critican el endeble argumento esgrimido hasta ahora: que los impuestos no ayudan al medio ambiente y su recaudación se destina a fines no medioambientales. Esta postura “no hacen frente a un desafío sólido. Los impuestos encarecerán los vuelos y, a largo plazo, reducirá la cantidad de vuelos realizados”, considera HSBC.
También señalan que, según cómo se estructure esta fiscalidad, “podría proporcionar señales más claras a los fabricantes de motores y aviones, y así acelerar el desarrollo de diseños más radicales que reduzcan las emisiones de gases invernadero”. “Creemos que el progreso tecnológico en aviación se ve frenado por la falta de señales fuertes por parte de los reguladores y aerolíneas para que los fabricantes innoven”, apuntan los analistas de HSBC.
La cifras que maneja la Comisión Europea apuntan a que un impuesto sobre el combustible de 330 euros por litro elevaría las tarifas en un 10% y reduciría los pasajeros en un 11%. El informe que recoge estos datos, publicado este mes, sostiene que se puede imponer un impuesto a nivel UE para recortar las emisiones en un 11% sin que se produzca un impacto real sobre el empleo o la economía. Las principales aerolíneas del continente, desde Ryanair, Lufthansa, Air France-KLM y el grupo IAG, han tachado el informe de "simplista" y consideran que no refleja el impacto negativo que realmente tendría una medida de este tipo.
AUMENTO DE LA DEMANDA… Y DEL CO2
Las emisiones del sector de la aviación aumentaron un 4,9% en 2018, según un informe elaborado por Transport & Environment (T&E) que consideran que “las emisiones están fuera de control”. Desde 2013, las emisiones contaminantes han aumentado un 26,3% y Ryanair se coloca como uno de los principales emisores de CO2 en Europa, “una liga en la que hasta ahora solo estaban las centrales de carbón”. La irlandesa, sin embargo, no está entre las aerolíneas que más aumentan sus emisiones: las low cost EasyJet, Vueling y Norwegian.
A pesar de que los aviones modernos son más eficientes y han permitido a las aerolíneas reducir su huella de CO2 en los últimos años, todavía queda trabajo por hacer, sobre todo si las previsiones de tráfico se cumplen. Las emisiones de CO2 de los aviones comerciales aumentaron casi un 5% en el último año, frente al descenso de otros sectores emisores como la industria energética o el transporte terrestre de alrededor de un 4%, según los datos publicados por la Unión Europea.
En 2018, según IATA, el tráfico aéreo de pasajeros aumentó un 6,5% en 2018 a nivel global, con un aumento similar de la oferta y un factor de ocupación récord del 81%; en Europa el incremento fue mayor, un 6,6%. Para este año se espera un aumento de otro 6%, con Europa como uno de los motores de crecimiento.