La felicidad del mercado
Desde hace un tiempo, tengo la sensación de que estamos cerca de entrar en una fase de mercado diferente. No tanto porque vaya a producirse un cambio de tendencia, sino porque, a partir de ahora, pienso que no será suficiente con limitarse a seguir la dirección de los índices.

Y es precisamente por eso por lo que me hago la siguiente pregunta: ¿hasta cuándo va a durar la felicidad del mercado?
Lo ocurrido el pasado 20 de noviembre tras la presentación de resultados de Nvidia difícilmente será un hecho aislado. A pesar de presentar unos resultados excelentes, Nvidia protagonizó un giro muy significativo, cayendo cerca de un 8% desde los máximos de la sesión. Este movimiento terminó arrastrando a los principales índices estadounidenses, que llegaron a retroceder alrededor de un 3% entre los máximos del día y el cierre.
Entre los factores que detonaron este movimiento tan agresivo estuvieron los temores del mercado acerca de si estas compañías serán capaces de generar beneficios suficientes para compensar el elevado coste de capital que está suponiendo la inversión en Inteligencia Artificial (IA). En el caso concreto de Nvidia, también pesaron las dudas sobre su capacidad para mantener el liderazgo en IA frente a una competencia cada vez más visible, como Alphabet o AMD.
¿Por qué el título La felicidad del mercado?
Porque, de momento, el mercado es feliz. A pesar del repunte de la volatilidad vivido durante el mes de noviembre —con un VIX (índice de volatilidad del S&P 500) que llegó a superar el 28%—, los índices de renta variable han conseguido recuperar los niveles previos al citado 20 de noviembre. Esto es una clara señal de fortaleza en el muy corto plazo.
El mercado ha incurrido en ciertos excesos que deben ser corregidos
Sin embargo, si ampliamos el horizonte temporal, el escenario puede volverse algo más incierto. Nvidia, el valor con mayor peso actualmente tanto en el S&P 500 como en el Nasdaq, al igual que otros valores del sector de semiconductores, no ha logrado recuperar esos niveles previos. El hecho de que estos valores no estén participando plenamente en la tendencia alcista dificulta que los índices puedan seguir subiendo al mismo ritmo.
Por este motivo, considero que las inversiones indexadas —aquellas cuyo objetivo es replicar el comportamiento del índice— pueden dejar de ser la opción más adecuada de aquí en adelante, al menos en el mercado estadounidense.
¿Estamos ante una burbuja de IA similar a la de las puntocom del año 2000?
Mi opinión es que no. Las grandes compañías de referencia en este ámbito, conocidas como las siete magníficas, generan beneficios extraordinarios que, en términos generales, superan sus inversiones de capital, aunque estas estén creciendo a un ritmo más elevado que los propios beneficios.
Si comparamos la situación actual con la burbuja de las puntocom, la diferencia es clara: en aquel momento el mercado descontaba beneficios futuros que, en el ciclo actual, ya son una realidad.
Aun así, hay varios aspectos que conviene vigilar de cerca.
Empresas que todavía no cotizan en bolsa, como OpenAI o Anthropic, están recibiendo inversiones de enormes cantidades de capital por parte de compañías como Microsoft, Alphabet o Nvidia. Estas grandes tecnológicas, además de inversoras, actúan como proveedoras y, al mismo tiempo, como clientes de los productos y servicios de IA que desarrollan estas compañías.
Esta estructura circular podría suponer un riesgo para las cotizaciones de las grandes tecnológicas. Si estas empresas no cotizadas salieran a bolsa, previsiblemente lo harían con múltiplos muy exigentes y, en caso de no cumplir las expectativas de beneficios —beneficios que actualmente son reducidos debido al elevado coste de capital—, podrían sufrir correcciones relevantes que terminarían afectando a sus principales inversores. Además, si uno de los eslabones de este circuito se debilita, el impacto podría extenderse al resto de la cadena.
Por otro lado, también surgen dudas sobre si el crecimiento de los beneficios está siendo el esperado y si se cumplirán las expectativas que el propio mercado ha generado. Dos ejemplos claros son Broadcom —para muchos, la octava magnífica— y Oracle.
Broadcom presentó unos resultados excelentes, pero acompañados de una previsión moderada sobre la rentabilidad para los próximos trimestres. Esto generó incertidumbre y provocó caídas cercanas al 17% tras la publicación de resultados. Oracle vivió una situación similar: comunicó buenos números, pero anunció un aumento de su deuda superior al previsto debido a sus inversiones de capital, lo que tampoco fue bien recibido por el mercado y derivó en caídas cercanas al 20%, adicionales a las que ya acumulaba desde máximos.
Insisto: mi escenario base no contempla una recesión ni un cambio drástico de la tendencia de fondo que hemos vivido en los últimos tiempos. Sin embargo, sí considero que el mercado ha incurrido en ciertos excesos que deben ser corregidos.
En este contexto, cobra especial importancia ser selectivos y contar con una metodología de análisis sólida que permita identificar valores —que los hay— que se benefician del ciclo, que siguen políticas de inversión distintas y que cotizan a precios atractivos, ofreciendo potenciales de revalorización de doble dígito.
El mercado sube, pero también baja, y eso no es negativo. Las correcciones ayudan a depurar excesos, refuerzan la importancia de una adecuada gestión del riesgo y, además, generan oportunidades de inversión. Y mientras el escenario que comento no termine de materializarse, todos tan felices: el mercado seguirá subiendo y también las inversiones en los activos que lideran ese movimiento.
MARCOS SÁNCHEZ CID
Director del Dpto. de Gestión y Asesoramiento
URSUS 3 CAPITAL A.V.



