Bienvenido Míster Greenspan
Existe una delgada línea entre la exuberancia racional y la irracional. Incluso cuando se cruza, puede pasar tiempo antes de que las cosas empiecen a empeorar.

Hace veintinueve años, la semana pasada, el entonces presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, advirtió célebremente sobre la exuberancia irracional en el mercado bursátil. Sin embargo, pasaron más de tres años antes de que los mercados alcanzaran su punto máximo y luego se desplomaran. Durante ese período, el S&P 500 casi duplicó su valor.
Esto ilustra la insensatez de intentar predecir los cambios del mercado. Esto no significa que los inversores no deban buscar protección dado que los mercados actuales están eufóricos.
El múltiplo de beneficios a futuro del S&P 500 es de, aproximadamente, 23 veces por encima de sus promedios de cinco y diez años y no muy lejos de su máximo de la burbuja puntocom, de alrededor de 25 veces. Los sectores de tecnologías de la información y servicios de comunicaciones representan actualmente cerca del 45% de la capitalización bursátil del S&P 500. Los inversores individuales están obteniendo ganancias desorbitadas: Opendoor ha subido casi un 350% en lo que va de año, Robinhood más del 250% y Palantir alrededor del 140%.
Mientras tanto, activos como los bonos corporativos, los metales preciosos e incluso las viviendas parecen caros.
Un refugio natural, el efectivo, está perdiendo atractivo. El rendimiento de una letra del Tesoro a tres meses, por ejemplo, ronda el 3,7% y probablemente baje, ya que se espera que la Reserva Federal vuelva a recortar los tipos varias veces en los próximos meses. Hace un año, la letra daba casi el 4,6%.
No es de extrañar que algunos inversores busquen protección en los llamados fondos de cobertura. Estos suelen ofrecer cierta protección contra una caída repentina del mercado bursátil y, a cambio, limitan las ganancias del inversor.
Las entradas netas en fondos cotizados de cobertura este año hasta noviembre rondan los 9.000 millones de dólares, según datos de Morningstar Direct. Los activos netos totales de los ETF en esta categoría, que Morningstar denomina fondos de Resultados Cerrados, superan actualmente los 60.000 millones de dólares, el triple que en noviembre de 2022.
Sin embargo, los inversores pagan esta protección mediante comisiones de gestión, a menudo altísimas. En muchos casos, la protección contra una caída del mercado también es limitada, ya que a menudo solo se protege el primer 10% o 15% de las pérdidas. Cuanta más protección se ofrezca, más estricto será probablemente el límite de ganancias.
Además, en un artículo reciente publicado en el Journal of Portfolio Management, Cliff Asness y sus colegas de AQR Capital Management argumentaron que los fondos de reserva han obtenido una rentabilidad inferior al de las estrategias de inversión más sencillas, especialmente durante las grandes recesiones. La promesa de estos fondos de cobertura contra las caídas y estos resultados a medida rara vez se corresponde con su rendimiento real, y en la mayoría de los casos, estos productos ofrecen un rendimiento inferior al de las combinaciones simples y transparentes de acciones y efectivo.
De hecho, el efectivo viene con pocas condiciones, incluso si los rendimientos están cayendo. Combinado con un ETF de acciones de bajo coste, puede crear un colchón natural que puede incrementarse o reducirse según las ganancias o caídas de los mercados.
En España, sin embargo seguimos unas estrategias mucho más allá de las coberturas y sus modelos de fondos. Tenemos los fondos garantizados, conocidos como Timo Fondos. Fondos que dicen buscar el mejor beneficio para el cliente contra un determinado riesgo que se selecciona en una combinación rentabilidad/riesgo.
El adjetivo garantizado se refiere a algo que no tiene ningún peligro, es decir, que el dinero aportado por el cliente se le devuelve al finalizar el periodo de inversión sin contar con ningún riesgo de pérdida.
Esto es una contradicción en sí misma y va contra el principio de inversión, qué garantiza, qué rentabiliza, qué nos contempla. Nada es la nada en la inversión, pese a ser el producto recomendado por las redes.
El Garantizado supone una inversión en un activo sin riesgo, generalmente deuda del estado con una rentabilidad anual equivalente al cupón que paga. Ese cupón es invertido por los gestores, los propios tesoreros en un producto estructurado que cubre la expectativa de beneficio marcada por el folleto y por un principal que se devuelve al finalizar el periodo de ejecución del fondo.
Que queda como resultado, que el Banco emisor se embolsa el diferencial entre el interés del dinero en el plazo y lo que cuesta la garantía, casi siempre algo más del 2% anticipadamente y el partícipe consigue que le devuelvan su inversión al final del periodo y gracias. El resultado es que al final del periodo el propio Banco busca renovar el producto y como Gran Idea de Inversión emite el mismo producto al mismo plazo con lo que el cliente entra en una cascada de inversión de la que es imposible que salga.
En tiempos de euforia, el seguro más simple suele ser la mejor opción y buscar aquello que nos da lo más sensato dentro de nuestro objetivo de rentabilidad riesgo.




