¿Fin de la fortaleza del euro? La moneda es víctima de la nueva guerra de tipos
El euro es el gran damnificado de la nueva guerra de tipos que parece haberse desatado entre los bancos centrales. Su fortaleza está a punto de acabar, tal y como vaticinan los analistas, dado que el dólar avanza a pasos agigantados apoyándose en la Reserva Federal (Fed). La moneda común pierde terreno día a día mientras que el billete verde respira cada vez con más fuerza, para alegría de Donald Trump.
La divisa comunitaria tocó el viernes mínimos de tres semanas frente al dólar. El pesimismo sobre Alemania, cuyos datos macro apuntan ya en dirección a la recesión, está pesando en la operativa de la moneda europea, a la que, sobre todo, está afectando el sentimiento sobre las medidas que adoptarán los bancos centrales. Ahora se descuenta con más fuerza que el Banco Central Europeo (BCE) adoptará más medidas acomodaticias que su homólogo al otro lado del Atlántico. Y es que aunque Jerome Powell dijo en Jackson Hole que su objetivo es "mantener la expansión" de la economía y que adoptará las "medidas necesarias" para conseguirlo, lo cierto es que suavizó mucho su mensaje y no concretó cuál sería el futuro de la política monetaria de la Fed.
Frente a ello, hace unos días el organismo que dirige el italiano Mario Draghi daba a conocer las actas de su última reunión, la del mes de julio, en las que constataba un crecimiento más débil de lo esperado y prometía nuevos estímulos. Antes de eso, Olli Rehn, gobernador del Banco de Finlandia y miembro del comité de decisión del BCE, anunciaba que se estaba preparando un "paquete muy fuerte" de estímulos para la reunión del mes de septiembre, entre los que se espera una bajada de los tipos de interés.
Todo eso ha dado alas al dólar, como ya vaticinaban los expertos de Monex Europe, que señalaban que el billete verde se consolidaría "si la Fed no muestra señales tan agresivas de relajación monetaria". Los analistas siguen esperando que la Fed baje los tipos, pero creen que lo hará de forma mucho más lenta que el BCE (descuentan una reducción de un 1% en un año) precisamente por las discrepancias que existen en el seno del Comité de Mercado Abierto (FOMC), donde más de uno de sus miembros es partidario de tomarse las cosas con calma. Los que piden esperar no ven motivos para que el banco central comience a relajar su política monetaria, y defienden su postura aludiendo al bajo nivel de desempleo, al ritmo de incremento de los salarios, la fortaleza del consumo privado y al hecho de que la inflación no esté muy lejos del objetivo de la Fed del 2%.
Lo que está ocurriendo con el euro/dólar revela que ahora el mercado espera que el BCE se vuelva mucho más dovish que la Reserva Federal, cuando hace no mucho las cosas eran bien distintas. Antes la divisa de la zona euro estaba más fuerte que el dólar porque se esperaba que el BCE subiera los tipos y que la Fed se quedase como estaba. Sin embargo, las tornas han cambiado mucho en las últimas semanas, y también el sentimiento de los operadores, lo que ha provocado que el cruce baje desde la cota de los 1,15 dólares hasta el entorno de los 1,10 en los que cotiza actualmente.
Es más, los expertos dan por descontado que la moneda común seguirá con su desplome. En concreto, Bank of New York Mellon ha cambiado recientemente su pronóstico para el euro/dólar, de forma que ahora cree que el par de divisas caerá hasta los 1,08 dólares para finales de año, frente a la cota de los 1,17 dólares en la que situaba al cruce anteriormente.
OTROS PROBLEMAS DEL EURO
Además de la guerra de tipos y de Alemania, el euro también se enfrenta a las dudas sobre Italia, que se encuentra en medio de una nueva crisis política, y sobre la guerra comercial. Como dicen los expertos de Monex Europe, "existe un gran potencial para que el euro caiga en picado si Trump decide hablar de las perspectivas de un nuevo frente en la guerra comercial". Algo que algunos dan por descontado tras la respuesta de China al último órdago arancelario del presidente de EEUU: Pekín elevará los impuestos sobre 75.000 millones de dólares de productos estadounidenses.